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Violencia entre iguales: el acoso escolar

12 de abril de 2022 | Por Elena Sánchez-Miel

Jokin Ceberio sufría acoso escolar hasta que un día no pudo soportarlo más y se arrojó desde las murallas de Hondarribia, en Guipúzcoa (País Vasco). Tenía 14 años. En su instituto todos sabían lo que estaba pasando, pero nadie hizo nada. Jokin sufrió palizas de forma continuada por parte de un grupo de compañeros de su clase, 4ºA de la ESO, además de amenazas y vejaciones. Su muerte tuvo un impacto mediático considerable en España. Era 21 de septiembre de 2004 y el fenómeno conocido como “bullying” empezó a tomarse más en serio que nunca. Dejó de entenderse como una cosa “de chiquillos” y la sociedad española abrió los ojos ante las graves consecuencias que tenía ser víctima de acoso escolar. 
Actualmente los centros educativos cuentan con protocolos especiales de intervención para estas situaciones, pero sigue tratándose de un fenómeno silencioso. Las víctimas de bullying tienen una tendencia a ocultarlo, a menudo por miedo. Muchas veces los testigos que lo presencian tampoco denuncian. 
Afortunadamente contamos con bastante investigación sobre el acoso escolar. Conocer más en profundidad sobre el tema puede sernos útil, como psicólogos clínicos y educativos, pero también como padres, e incluso como personas; ya que la violencia entre iguales se da en diversos contextos, cambiando de nombre, pero siempre compartiendo diversas características.

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¿Qué es el maltrato por abuso de poder entre iguales?

El conflicto es inherente a la vida. Lo único que podemos hacer es, con el tiempo, aprender a gestionarlo de la mejor manera posible. En los conflictos, todas las partes se involucran emocionalmente (se sienten dolidos, por ejemplo) y, además, todos suelen tener algo de poder. No es este el caso del maltrato por abuso de poder entre iguales. En estas situaciones se coloca a la víctima en una posición de desventaja y se la ataca de forma repetida, inflingiendo daño deliberadamente. Dependiendo del contexto, se utiliza un nombre concreto para este tipo de abusos. En la escuela, por ejemplo, es habitualmente conocido como “bullying”. El problema es que esta palabra parece referirse solamente al maltrato de tipo físico, a la agresión. Sin embargo, deja fuera elementos importantes como la parte psicológica o los comportamientos que llevan a la exclusión social de la víctima. 

¿Qué es el maltrato por abuso de poder?

“... un tipo perverso de relación interpersonal que tiene lugar de modo prototípico en el seno de un grupo y se caracteriza por comportamientos reiterados de intimidación o exclusión dirigidos a alguien que se encuentra en una posición de desventaja”.

(Del Barrio, Martín, Almeida y Barrios, 2003)

A menudo, al hablar de bullying, nos viene a la cabeza la imagen del niño escuálido al que un grupo de “matones” le quitan el bocadillo en el recreo. Pero es mucho más que eso. Para empezar, la víctima no tiene por qué ser una persona extraña al grupo, puede que incluso perteneciera a él en un principio, hasta que el agresor sintiese de alguna forma peligrar su estatus. ¿Qué hará en ese caso? Probablemente no le agredirá físicamente, sino que empleará una estrategia más sutil, como por ejemplo empezar a hablar mal de esa persona, diciendo cosas que ni siquiera son reales. De esta forma situará a la víctima en una posición de desventaja. Es decir, que no solamente se intimida o excluye a quien se encuentra en una posición de desventaja inicialmente, ya sea por una característica física o de cualquier otro tipo, sino también a quien se quiere situar en desventaja por medio de esas acciones negativas.
En los casos de maltrato entre iguales existe una intención de hacer daño, ya sea físico o psicológico. El problema del daño emocional es que no se puede demostrar tan fácilmente como el físico, ya que el agresor puede ocultarlo, mintiendo. Incluso en los casos más dramáticos, aquellos que acaban con el suicidio de la víctima, solo podemos decir que el agresor simplemente no midió las consecuencias de sus actos, pero su intención de hacer daño siempre existió desde el principio.

Image by Sam Balye

Hay autores que sugieren que la motivación para maltratar a otros viene del deseo del agresor por conseguir prestigio social. Quieren ser respetados y admirados entre los compañeros. Hay estudios que demuestran que, aunque hay alumnos que no les gustan personalmente los agresores, estos sí son considerados populares y poderosos. Hay evidencia longitudinal de que intimidar a algún compañero contribuye a afianzar el prestigio e incluso llega a aumentarlo con el paso del tiempo.

Según la OMS, el bullying es violencia. Concretamente, se trata de un tipo de violencia que se da entre iguales de forma continuada, en la que uno o varios agresores, que tienen mayor poder, inflingen dolor deliberadamente a otro compañero (víctima). El bullying incluye todo tipo de actos violentos, además de los conceptos de acoso, intimidación, maltrato y agresión
Aunque también debemos ser prudentes, y tener en cuenta que hay muchas conductas que no son en sí mismas fenómenos de acoso escolar. Por ejemplo, tener un conflicto con alguien en el recreo o incluso meterse en una pelea, no conlleva al desequilibrio de poder físico, psicológico o social que caracteriza, entre otras cosas, al fenómeno del bullying. Además, la mayoría de conductas agresivas que terminan en bullying emergen sin provocación alguna por parte de la víctima, de forma injustificada, aunque es habitual que el agresor encuentre una forma de explicar las causas de su comportamiento, utilizando por ejemplo el físico de la víctima o ciertos hábitos que a él le parecen destacables. Poco a poco este acoso se vuelve una situación habitual y empieza a desgastar los recursos adaptativos de la víctima. El bullying se trata de un fenómeno muy dependiente del contexto, en el que se crean dos roles complementarios; dominador versus dominado.

Manifestaciones del maltrato

Exclusión social:

  • Directa: no dejar participar. 

  • Indirecta: ignorar. 

Agresión verbal:

  • Directa: insultar, poner motes. 

  • Indirecta: rumores maledicencia, hablar mal de otros a sus espaldas. 

Agresión física: 

  • Directa: pegar. 

  • Indirecta: esconder, robar, romper cosas. 

Amenazas. Para meter miedo. 

Acoso sexual. Con actos o comentarios.  

[Adaptado de Del Barrio et al., 2003]

Características

El acoso escolar se produce sobre todo en las edades comprendidas entre los 9 y los 14 años. Se trata de un periodo evolutivo crítico, que coincide con los últimos años de primaria y primeros cursos de secundaria. Tiene consecuencias bastante severas porque, en esos momentos, se le da mucha importancia a los grupos. Con los años, la prevalencia de acoso va disminuyendo, pero no es un fenómeno que desaparezca en ningún momento, ya que tiene que ver con las dinámicas de funcionamiento de los grupos. Por ello, también puede darse en las universidades o en los entornos de trabajo. 

Existen algunas diferencias entre chicas y chicos con respecto al acoso. Por ejemplo, en el caso de los chicos, este suele ser más físico. Además, suelen afrontarlo con la postura de que “no les importa”, intentando minimizar las consecuencias. Ellos no suelen contarlo. Las chicas, sin embargo, suelen acosar utilizando la estrategia de hablar mal a las espaldas, siendo mucho menos explícitas y, por lo general, suelen ser menos veces víctimas y menos veces agresoras. Algo a destacar, es que ellas suelen estar más abiertas a contar lo que les pasa y, por lo tanto, es más probable que reciban ayuda. Tal vez los estereotipos y roles de género tengan algo que ver en esto, en que los chicos tengan “miedo” a mostrarse “débiles” expresando sentimientos. Las chicas, además, tienen una mayor conciencia de su poder para cambiar la situación y, por ello, suelen ofrecerse más para ayudar a otros compañeros que sufren acoso.

El ciberbullying

Actualmente las tecnologías son a menudo utilizadas por los agresores para llevar el acoso más allá de la clase, por medio del móvil o Internet. Las consecuencias del ciber-maltrato suelen ser mayores, por eso se les da más importancia, porque se producen todos los días de la semana a todas horas. Además, la divulgación de la información va más allá de la clase. Un vídeo comprometido que se suba a internet o una foto retocada para burlarse, puede ser visualizado por cientos de personas en la red. También el anonimato de las redes sociales contribuye a que se traspasen líneas que, en persona, muy probablemente no se cruzarían.

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Consecuencias del maltrato para las víctimas

  • Sentimientos de inseguridad, soledad e infelicidad. 

  • Timidez, introversión, aislamiento, soledad. 

  • Baja autoestima y bajo autoconcepto.

  • Baja asertividad.

  • Síntomas psicopatológicos: ansiedad, depresión, etc.


El niño que sufre acoso escolar desarrolla sentimientos de culpa y baja autoestima, lo que resulta crucial en una etapa en la que la persona se está formando a sí misma y madurando psicológicamente. 

El acoso escolar a veces resulta especialmente difícil de detectar y puede llevar a diagnósticos erróneos, como, por ejemplo, el de fobia escolar.

Niños corriendo

El 67% de los niños que tienen miedo al colegio sitúan el origen de ese miedo en los compañeros.

[Informe Defensor del Pueblo y UNICEF, 2007].

La importancia de los testigos

En las situaciones de acoso no solamente hay una víctima y un agresor, también suele haber un grupo de personas que presencian los hechos, pero que no intervienen. Se trata del grupo más numeroso y también el más importante a la hora de frenar la situación. Muchos de estos testigos, cuando ven las situaciones de maltrato, piensan “debería hacer algo”, o incluso después, “debería haber hecho algo”. Pero no lo hacen. ¿Por qué? Por miedo, por evitar ser ellos víctimas también. Además, puede que no sepan exactamente qué deberían hacer. Algunos subestiman su capacidad de cambiar las cosas. Y a veces ni siquiera intervenir es la solución más adecuada; lo mejor suele ser buscar ayuda externa. 
En los adolescentes es especialmente importante tratar el tema de los “chivatos”, hacerles ver que una persona que denuncia lo que está pasando está haciendo lo correcto porque, valientemente, está tratando de luchar por proteger los derechos de los demás.

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Roles participantes

  • Agresor.

  • Víctima.

  • Ayudante del agresor.

  • Reforzador del agresor.

  • Espectador pasivo.

  • Defensor de la víctima.

[Salmivalli y otros (1996)]

Sobre los mitos del acoso escolar

Hay gente que piensa que esto del “bullying” es una moda, que se le da demasiada importancia a algo que siempre ha existido. Sin embargo, no es correcto normalizar conductas que dañan a otras personas, aunque se hayan dado siempre en los patios de los colegios. También es habitual que en los centros escolares se niegue la existencia del bullying, porque parece que daña la imagen del colegio. Hay que saber que este tipo de fenómenos son mucho más habituales de lo que pensamos, porque tienen que ver con las dinámicas de los grupos y, a veces, son inevitables. Negar que no existe el bullying en un colegio es como negar que los niños se hacen heridas en el recreo. Lo que hay que disponer es de un buen servicio psicológico, formado por profesionales con estrategias y recursos para actuar en cada caso. Eso resulta mucho más efectivo que seguir negando el problema. Además, es conveniente formar a los profesores para afrontar estas situaciones. Debemos tener en cuenta que los niños tienen muchas dificultades para contarlo y, en el caso de hacerlo, es más probable que lo hablen con un profesor que sientan cercano antes que con el orientador del centro, al tener mucha menos relación con este. De ahí el papel tan importante que juegan los docentes en todo esto.
El bullying tampoco puede justificarse como algo que hace más fuertes a los que lo padecen; al contrario, suele minar el carácter y tener consecuencias a largo plazo en la autoestima y autoimagen de las víctimas. No se trata de ningún juego, no son cosas de chavales. Se trata de una violencia injustificable. Tampoco es el matón de la clase, proveniente de una familia desestructurada, atacando en el recreo al empollón de las gafas cuadradas. No existen los perfiles; en estos casos cualquiera puede ser la víctima y cualquiera puede ser el agresor.

Niños que van a la escuela

¿Qué hacer?

En los casos de acoso escolar, existen diversos programas de prevención que buscan entrenar a los niños y adolescentes para manejar los conflictos, ganar asertividad, tener habilidades de comunicación para poder mediar, habilidades de interacción social, etc. 
Como tratamientos, hay diversos métodos que se ponen en marcha por parte de los psicólogos escolares, algunos de los más conocidos son el método del Círculo de Calidad, el método de “No-inculpación” (No-Blame Approach), el del Círculo de Amigos o el método Pikas.

Conclusión

El acoso escolar o bullying es un fenómeno complejo muy estudiado en las últimas décadas. Se trata de una forma de violencia por abuso de poder entre iguales, que a menudo tiene devastadoras consecuencias para la víctima. Aunque suele hacerse hincapié en la parte física de estas agresiones, es importante considerar también la parte psicológica. En el caso de los niños, no debemos olvidar que se encuentran en un momento clave de su desarrollo personal y ser víctima de acoso puede dañar significativamente su autoconcepto y autoestima a largo plazo. Afortunadamente se han desarrollado programas de intervención en los centros escolares para cortar con estos abusos. Aunque, por lo general, resulta difícil detectarlos.
Por ello, tener una comunicación fluida con los niños y adolescentes resulta fundamental. El bullying afecta tanto a los protagonistas de este como al resto del grupo y testigos que lo presencian, creando un clima de violencia e inseguridad. Es indispensable contarlo y buscar ayuda, pues es nuestra obligación construir un clima de convivencia adecuado en las aulas de nuestros centros educativos.

Referencias bibliográficas:

Alonso, J. M. (2017). El “bullying”, trece años después de Jokin: tres de cada diez escolares acosados callan. El Confidencial. Recuperado de:

https://www.elconfidencial.com/espana/pais-vasco/2017-06-24/silencio-acompana-bullying-tres-de-cada-diez-escolares-sufre-acoso-calla_1400021/ 

Defensor del Pueblo (2007). Violencia escolar: El maltrato entre iguales en la Educación Secundaria Obligatoria 1999-2006 (Nuevo estudio y actualización del informe 2000). Elaborado por encargo del Comité Español de UNICEF. Madrid: Publicaciones de la Oficina del Defensor del Pueblo. Informes y documentos: informes monográficos.

Del Barrio, C., Martín, E., Almeida, A. y Barrios, A., (2003). Del maltrato y otros conceptos relacionados con la agresión entre escolares, y su estudio psicológico. Infancia y Aprendizaje, 26(1), 9-24.

Garaigordobil, M. y Oñederra, J.A. (2010). La violencia entre iguales. Revisión teórica y estrategias de intervención. Madrid: Pirámide. 

Luengo Latorre, J.A. (2019). El acoso escolar y la convivencia en los centros educativos. Guía para el profesorado y las familias. Madrid: Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid.

OMS (2002). Informe mundial sobre la violencia y la salud. Organización Panamericana de la Salud. Washington: OPS.

Ordaz, P (2004). La autopsia practicada al adolescente muerto en Hondarribia revela palizas previas. El País. Recuperado de: https://elpais.com/diario/2004/09/30/sociedad/1096495210_850215.html

Ortega, R. [coord.] (2010). Agresividad injustificada, bullying y violencia escolar. Madrid: Alianza Editorial. 

Salmivalli, C., Huttunen, A., y Lagerspetz, K. (1997). Peer-Networks and Bullying in Schools. Scandinavian Journal of Psychology, 38, 305-312.

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