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Los efectos psicológicos del combate

Vivíamos en un mundo tranquilo. Lejos sonaba la palabra "guerra". O eso creíamos. Con la invasión rusa a Ucrania, de pronto nos sentimos desprotegidos, sentimos que despertamos de una realidad que nosotros mismos nos construimos. Nos creíamos avanzados, modernos. Intocables. De pronto nos invade la incertidumbre. En Occidente no nos sentimos preparados para una guerra. 
En este artículo, a partir de las reflexiones de un teniente psicólogo estadounidense sobre su experiencia y la de otros muchos soldados y agentes policiales, hablamos de cómo nos afecta psicológicamente el combate, además de algunos efectos que convendría tener en cuenta si, como los ucranianos en estos momentos, tuviésemos que enfrentarnos en algún momento al ambiente tóxico y corrosivo de la guerra.

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La guerra en Ucrania

Empezó el 24 de febrero de 2022 provocando uno de los conflictos bélicos más importantes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

¿Cómo funciona el cuerpo bajo estrés?

Cuando nos enfrentamos a una situación de miedo o estrés, nuestras pulsaciones aumentan. No ocurre igual que cuando uno hace ejercicio y su corazón late cada vez más deprisa; en el caso del miedo, a medida que aumentan las pulsaciones, disminuye el rendimiento y otra serie de habilidades. Los vasos sanguíneos se constriñen y, a partir de las 115 ppm, aproximadamente, se produce la pérdida de la motricidad fina. A partir de las 145 ppm, perderemos también la motricidad compleja. En situaciones de emergencia, es común que se active el “piloto automático” y terminemos haciendo solamente las cosas para las que nos hemos entrenado; como si tuviéramos una especie de “memoria muscular”. Por eso es vital, en el caso de los soldados y los agentes policiales, el haber practicado antes, para poder ser capaces de vaciar un cargador, poner unas esposas o realizar determinadas tareas indispensables en mitad del combate.

Image by Daniel Tafjord

¡Policía! ¡Suelte el arma! ¡Al suelo!

Cuando suben las pulsaciones por minuto por encima de 115 debido al miedo o causas hormonales, se pierde la motricidad fina. Esto puede hacer que uno tenga serias dificultades para marcar el 1-1-2 en el teclado de un teléfono, por ejemplo, si no ha practicado antes. También es posible que uno pierda el habla. Por eso los policías ensayan muy bien sus frases, como parte del adiestramiento.

En una fase de estrés muy intenso, a partir de 145 ppm aproximadamente, es probable que se produzca una exclusión auditiva (no se oyen los disparos, por ejemplo) y que se reduzca el campo de visión (es el fenómeno conocido como “visión de túnel” produciéndose una pérdida de la visión periférica, como si mirases a través del rollo de cartón del papel higiénico). También se perderá la profundidad (lo que hará que la amenaza parezca estar más cerca de lo que está realmente) y además es frecuente tener dificultades para enfocar de cerca (llegando incluso a no ser capaz de ver las miras de la pistola).

Image by Yunming Wang

Se considera que entre las 115 y las 145 ppm se encuentra el nivel óptimo para la eficacia y supervivencia en el combate, sobre todo en el caso de soldados y policías entrenados. En esta fase controlan la motricidad compleja (y aquellas tareas que hayan previamente ensayado en su entrenamiento), además de tener buenos tiempos de reacción visual y cognitiva.

Es a partir de 175 ppm (aproximadamente), cuando la persona entra en la llamada “fase negra”. Esta incluye una serie de efectos catastróficos, como puede ser la huida o combate irracional, la pérdida de control de vientre o vejiga, la falta de capacidad de reacción o problemas de habilidades motoras gruesas. Es indispensable, por lo tanto, mantener las pulsaciones siempre por debajo de 175 ppm, realizando la llamada “respiración táctica” o “respiración de combate”.

Image by Jakob Owens

La vasoconstricción puede ser causada por el frío, pero también por el miedo y el estrés. Es lo que se conoce como “estar blanco de miedo”. Esto es un gran mecanismo de supervivencia, porque quiere decir que perderás menos sangre si te hieren. El precio a pagar es que los músculos, cuando dejan de recibir sangre, dejan de funcionar. Es decir, que perderás control motor.

La resistencia natural a matar

A las personas que no hemos sido entrenadas nos cuesta matar. Los soldados hoy en día han sido adiestrados y condicionados para matar con simuladores hiperrealistas. Nosotros, si nos encontramos cara a cara con una persona y tuviésemos fríamente que disparar, probablemente no seríamos capaces. Cuanto menor distancia, más difícil es hacerlo. Por eso resultan tan útiles las armas que matan desde lejos, porque la distancia habilita psicológicamente para matar. Aunque hay que tener en cuenta que el efecto psicológico sobre el enemigo es más reducido cuando se mata a distancia. La única cosa más poderosa que la resistencia a matar de cerca es la resistencia a que te maten de cerca.
En la Segunda Guerra Mundial solamente entre el 15% y el 20% de los fusileros dispararon sus armas contra un soldado enemigo. No disparaban cuando estaban solos. Lo hacían cuando un líder, presente, les daba órdenes. O cuando disparaban en grupos, por ejemplo en armas colectivas, como un artillero y un ayudante de artillero. Tanto los líderes como los grupos eran utilizados como armas psicológicas. A partir de entonces se modificó la forma de adiestrar a los soldados, empezando a utilizar simuladores realistas que hacían que matar fuese una respuesta condicionada. En la guerra de Vietnam, la tasa de disparos fue del 95%.

Hay que tener en cuenta que hemos pasado de guerras que duraban unas horas, en espacios de unos pocos kilómetros, a guerras que duraban años en áreas gigantescas. Esto ha generado un desgaste psicológico mucho mayor en los soldados.
Además, antes tenían la oportunidad de reunirse frente a la hoguera por las noches y comentar los acontecimientos ocurridos durante el ida, una práctica muy terapéutica que actualmente se recomienda encarecidamente, conocida como "debriefing".
Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial y en la guerra de Corea, el número de soldados retirados de primera línea por causas psiquiátricas fue mayor que el número de muertes en combate. En todas las guerras del siglo XX en las que han luchado soldados americanos, la probabilidad de convertirse en baja psiquiátrica era mayor que la de caer muerto por fuego enemigo (excepto en la guerra de Vietnam, que ambas probabilidades eran prácticamente iguales).

Image by Sander Meyer

Napoleón dijo que “en la guerra, lo moral es a lo físico como tres es a uno”. Con esta frase, se refería a la parte psicológica, mental, del combate, considerándola el triple de importante que los factores físicos. Una teoría destacada es la del Bigger Bang, que defiende que, en la guerra, siendo las demás cosas iguales, gana el que más ruido hace. La clave de la victoria es ganar la batalla en la mente del enemigo.

La importancia de los debriefings

La mayoría de las personas, cuando ven una muerte súbita y violenta, sienten alivio. Piensan “menos mal que no he sido yo”. Después se sienten terriblemente culpables por haber pensado así. Y poco a poco se van envenenando. Sin embargo, si sabes que esto es normal, ese pensamiento no tendrá el poder de hacerte daño. Por eso se llevan a cabo los debriefings (reuniones informativas), discusiones en las que se reúnen todos los miembros implicados en un acontecimiento violento. Los objetivos de estos encuentros son dos; reconstruir el acontecimiento de principio a fin, aclarar los hechos y ver qué cosas se hicieron bien y cuáles mal y, además, juntar a todo el mundo. Es frecuente que las personas, en situaciones violentas, tengan pensamientos del tipo “todo fue culpa mía”. Por ello, hablarlo en voz alta y acabar con culpas irracionales, dividir el dolor entre todos y aclarar posibles pérdidas o distorsiones de memoria, es fundamental para que cada uno pueda tratar con lo sucedido y superarlo adecuadamente. El objetivo es separar la memoria de las emociones, desvinculando el recuerdo del acontecimiento de la estimulación del sistema nervioso simpático. Para ello se utiliza la respiración táctica.

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"El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento." (Yoda, Star Wars).

Yoda nos enseña que nuestro objetivo debe ser controlar el miedo porque, de esta forma, seremos capaces de dominarnos a nosotros mismos.

Conclusión

Ojalá no tuviéramos nunca que empuñar un arma o vernos envueltos en una guerra. Menos siendo civiles y en condiciones como las que están viviendo los ucranianos en estos días. Sin duda, se trata de un ambiente dolorosamente cruel que siempre acaba con catastróficas consecuencias. Sin embargo, resulta de utilidad conocer los efectos psicológicos que tiene el combate en el ser humano para que, a través de la experiencia de otros, podamos estar prevenidos de qué cosas podrían pasarnos y cuáles considerar dentro de lo habitual. Esta información, que imagino conocerán de sobra los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, podría salvarnos la vida ante un acontecimiento crítico.

Referencias bibliográficas

Grossman, D., Christensen L. W. (2014). Sobre el combate: la psicología y fisiología del conflicto letal en la guerra y en la paz. Santa Cruz de Tenerife: Editorial Melusina.

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