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Memoria: ¿podemos fiarnos del testimonio de un testigo?

28 de marzo de 2022 | Por Elena Sánchez-Miel

El 5 de noviembre de 1980, Malcom Alexander fue condenado a cadena perpetua sin fianza por violación. La víctima se mostró convencida ante el tribunal de que ese era su agresor, pero él siempre mantuvo que era inocente. 38 años más tarde, el 30 de enero de 2018, Alexander fue liberado después de que unas pruebas de ADN confirmasen su inocencia. 
¿Qué fue lo pasó? ¿Cómo fue posible que la víctima cometiese el gravísimo error de señalar a un inocente, con tan elevado grado de seguridad?

Identificar a un sospechoso es más difícil de lo que parece. 

Thomas Haynesworth (derecha) fue condenado por un crimen cometido por Leon Davis (izquierda). 

Imagen extraída de la ONG Innocent Project (2020).

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El caso de Malcom Alexander: lo que señalaría un psicólogo del testimonio

Si Malcom Alexander hubiese contado con la colaboración de un psicólogo forense en su defensa frente al tribunal, seguramente este hubiese destacado determinados detalles importantes que comentamos a continuación.

Para empezar, tal y como se desarrolló el suceso, la víctima no tuvo oportunidad de ver bien a su agresor en ningún momento, porque él siempre estuvo detrás. Hay que tener en cuenta cómo acontecen los hechos para evaluar de qué forma se procesan y qué variables pueden afectar en cada caso a su almacenamiento en la memoria. Sabemos que, cuanto más pobre es el recuerdo, mayor es el efecto de la sugestión. Asimismo, es imprescindible considerar cuánto se percibe del suceso. Por ejemplo, si la atención está dividida porque, como en este caso, hay un arma, se produce el efecto “focalización en el arma” (weapon focus), lo que divide los recursos atencionales y provoca un almacenamiento limitado de otro tipo de datos. También hay que contar con la duración del suceso, las condiciones de iluminación, la distancia, etc. 

Además de cómo se codifica la información en la memoria, influye mucho la forma en la que, posteriormente, se presentan fotografías, así como el modo de construir la rueda de identificación. En este caso, la foto de Alexander se le presentó a la víctima cuatro meses después del suceso y ella la señaló vacilante, según los informes de la policía. El paso del tiempo deteriora mucho la memoria, siendo así más vulnerable a la sugestión. Cuanto más tiempo pase, menos fiable es el recuerdo. Además, nos falta información sobre cómo se le expuso la fotografía a la víctima, dónde fue, quiénes estaban presentes, qué datos le dio la policía, etc. Tal vez escogiera al que más se pareciera, pero no al culpable.

Image by Grant Durr

¿Cómo se puede condenar a alguien basándonos en el testimonio de la víctima, que apenas pudo ver la cara del agresor, además de estar bajo altos niveles de estrés, cuatro meses después de que sucedieran los hechos?

Tres días más tarde, se organizó una rueda de identificación en vivo, en la que estaba Alexander. Él era el único presentado en las fotografías que también estaba presente en la rueda. Nuevamente, en el informe aparecen las palabras “con vacilación” cuando la víctima señala a Alexander como posible autor. Tampoco tenemos información sobre cómo eran los otros miembros que componían la rueda, ni cuáles fueron las instrucciones que se le dieron a la víctima. Se produce el fenómeno de familiarización y de compromiso. La víctima señala al que “le suena” en la memoria, y ni siquiera está segura de si esto es porque se le presentó hace tres días en unas fotos o porque le vio hace cuatro meses con una pistola. Y, aunque supiera que le suena por una foto, podría pensar que, si se le presenta varias veces, es porque la policía tiene pruebas contundentes contra él. 
Existe, además, un sesgo interracial descrito en varios estudios. Hay evidencias de que resulta más difícil identificar a alguien que no sea de tu propia raza. En este caso, la víctima era blanca y, Alexander, de piel negra. 
A pesar de mostrarse vacilante durante las dos veces que tuvo su cara delante, cuando se le tomó declaración ese mismo día, un poco más tarde, la víctima había aumentado su confianza en un 98%. Este fenómeno es muy habitual. Las personas, tras la sugestión, se autoconvencen de que las cosas sucedieron así y es prácticamente imposible recuperar el recuerdo original. 
Finalmente, cuando la víctima testificó delante del tribunal dijo que no tenía ninguna duda de que Alexander había sido su agresor.

Mazo del juez en libros

Según datos de la ONG norteamericana Innocence Project, la principal causa de las condenas erróneas son los errores de identificación, ya sea por parte de un testigo como de la propia víctima. Y es que, pocas cosas son tan convincentes como el hecho de que una víctima o un testigo extienda su dedo y exclame; “¡ese, ese es!”. Evidentemente no lo hacen a propósito. ¿Quién puede estar más interesado en atrapar al verdadero culpable que el testigo presencial o la víctima que vivió los hechos? Sin embargo, le otorgamos una importancia clave a una prueba que se basa en algo realmente muy frágil; la memoria humana.

El problema de la sugestión

El testimonio de los testigos presenciales juega un papel muy relevante a la hora de condenar al culpable y evitar condenar al inocente. A diferencia de otras muchas pruebas que se pueden utilizar para incriminar a alguien (muestras de ADN, huellas dactilares, etc.), no siempre podemos garantizar que el testimonio guarde una correspondencia adecuada con la realidad. De manera que estos errores de memoria, si no se detectan, pueden derivar en errores judiciales, como los que hemos comentado en el caso de Malcom Alexander. 

La psicología del testimonio pone el foco del problema, no en la intención de engañar como a veces creen los juristas, sino en la fragilidad de la memoria, en el olvido y la sugestión. Simplemente con el paso del tiempo, el testimonio se contamina y se va degradando. El mayor olvido se produce en las horas o días inmediatos al suceso, siendo después una pérdida mucho más gradual. Además, el olvido no afecta a todo el suceso igual porque, a medida que pasa el tiempo, el recuerdo se vuelve más “redondo” y más coherente, perdiéndose detalles menos consistentes con la idea general e incluso añadiendo otros que concuerden pero que no fueron percibidos. 

Aparte del olvido, la sugestión también es otra amenaza a la correspondencia testimonio-realidad. Consiste en el efecto que pueden tener algunas preguntas que inducen una respuesta determinada y que pueden cambiar el recuerdo del testigo.

La psicología del testimonio ha demostrado que la sugestión puede modificar la memoria con relativa facilidad y, una vez modificada, resulta imposible volver a recuperar la memoria original. 
Además, la sugestión tendrá más poder sobre el testimonio si el recuerdo sobre este es pobre (imaginemos que el testigo estaba a mucha distancia de los hechos o que era de noche), cuando ha pasado bastante tiempo y, por lo tanto, el recuerdo ha perdido precisión y, además, cuando se utilizan preguntas sugestivas para tomar declaración tanto a víctimas como a testigos.

La sugestión en la identificación en rueda

La psicología del testimonio ha propuesto distintas formas para valorar que una rueda sea adecuada, teniendo en cuenta la imparcialidad en la composición, evitando el “sesgo del sospechoso”, que llevaría al testigo a señalarle en la rueda, no porque sea culpable, sino porque es el que mejor encaja en su recuerdo. A menudo se comete el error de no informar correctamente a los testigos, cuando acuden a una identificación en rueda, de que existe la posibilidad de que el autor del delito no esté presente. El testigo piensa inmediatamente que, el hecho de haber sido llamado a identificar, quiere decir que deben de existir pruebas contra uno de los componentes de la rueda. Por lo tanto, trata de señalar al que mejor encaja con su memoria, al que más se parece, asumiendo que el autor tiene que estar allí presente. El testigo puede estar muy interesado en identificar al sospechoso y, a pesar de que su memoria no sea buena, tratar de adivinarlo señalando al único que encaja con la descripción del autor que él dio inicialmente. También puede suceder que, la persona que dirige la rueda, dé alguna indicación inconsciente al testigo sobre quién es el sospechoso. Pero, para hacer esto, dicha persona debería conocer la respuesta. Por eso es recomendable que no la sepa, para evitar posibles pistas involuntarias. 

A veces no llegamos a conocer cómo eran los componentes de la rueda que se le presentó al testigo, porque en el acta de identificación solo están los nombres, pero no las fotografías. Por eso, no podemos descartar que la respuesta del testigo se deba a la composición inadecuada de la rueda.

¿Cómo elaborar una rueda de identificación correctamente?

  • Dar instrucciones no sesgadas al testigo, del tipo: “la persona que le atacó puede estar o puede no estar presente”. 

  • Garantizar que la persona que dirige la rueda no sabe quién es el sospechoso.

  • Presentar a los miembros que componen la rueda de uno en uno, en lugar de ponerles a todos a la vez, para que el testigo evalúe por separado y no por comparación. Esto es lo que se conoce como presentación secuencial. Se pasa de hacer juicios relativos a hacer juicios absolutos, evaluando si hay alguno cuyo parecido sea suficiente para identificarlo. En el caso de señalar al autor, aún así se deben mostrar el resto de componentes. Los experimentos indican una menor tasa de falsas identificaciones cuando la presentación es secuencial en lugar de simultánea. 

  • Seleccionar adecuadamente a los distractores, basándose en la descripción inicial que dio originalmente el testigo y no utilizar al sospechoso como punto de referencia a la hora de construir la rueda. 

La sugestión en las declaraciones

La declaración del testigo consiste en la narración sobre lo que vio, que no es más que lo que el testigo recuerda sobre el suceso. Las cualidades más importantes en las declaraciones de testigos son la cantidad y la calidad de la información. El problema es que ambas características suelen presentarse en contextos contrarios, en el sentido de que las declaraciones breves probablemente no tendrán errores, pero resultarán insuficientes, y las declaraciones muy extensas probablemente tendrán toda clase de errores, siendo imposible distinguir entre los datos correctos y los incorrectos. 
Son recomendables las pruebas de recuerdo libre porque, aunque haya menos cantidad de información, al menos esta es exacta. Sin embargo, a menudo en las investigaciones policiales, resulta insuficiente esta información y es necesario realizar algunas preguntas más. Algunas preguntas son muy adecuadas porque se centran en lo que el testigo ha contado, sin sugerir nada más, pero otras pueden terminar conduciendo la investigación por un camino equivocado. Hay que resaltar que la forma en la que se formulan las preguntas puede llevar al testigo a recordar detalles que realmente no ha percibido sobre el suceso, que son memorias irreales o ficticias, o a partir de estas preguntas el testigo puede recordar incorrectamente las dimensiones de ciertos detalles o acciones (colores, velocidades, estaturas). Por ejemplo, no es lo mismo preguntar "¿cómo de rápido iba el coche?" que "¿a qué velocidad iba el coche?" 

¿Cómo tomar declaración a un testigo?

  • Pedir una narración libre, sin interrupciones, hasta que el testigo no crea recordar nada más. (“Cuénteme lo que pasó”).

  • Hacer preguntas abiertas, con mucho cuidado de no introducir información que no haya dado ya el testigo previamente. (“¿Qué más pasó? Hábleme del resto de personas que estaban en el establecimiento.”)

Recordemos que, cuando la memoria se corrompe, ya no existe, o al menos la persona no puede alcanzarla. Sea cual sea el caso, esa información se pierde y, por mucho que se trate de restaurar, llega un punto en que no se puede convencer a la persona de que vio lo que vio y no lo que se le ha sugerido.

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Es importante grabar las declaraciones de los testigos audiovisualmente, para no tener que tomar notas en el momento y poder prestar toda la atención a la persona. Además, si formulásemos alguna pregunta sugestiva sin querer, podríamos darnos cuenta después, al visualizarlo, y tratar de neutralizar el efecto posteriormente.

Conclusión

Las pruebas de identificación por parte de los testigos reciben una importancia desmesurada en la actualidad, teniendo en cuenta que dependen de la memoria, y esta es mucho más frágil de lo que suele pensarse. La memoria puede modificarse a base de sugestiones, ya sea mediante ruedas de reconocimiento mal construidas o mediante preguntas sugestivas realizadas en interrogatorios. La memoria puede contaminarse y distorsionarse hasta tal punto que las víctimas y testigos se convenzan completamente de hechos que nunca sucedieron. Conocer la forma de minimizar los efectos de la sugestión en la memoria, efectos que además son irreversibles, resulta crucial para no cometer errores judiciales que condenen al inocente y dejen libre al culpable. 
Esta información es útil ya no solo como policías, abogados, psicólogos, fiscales o jueces, sino también como posibles testigos o, incluso, víctimas. Saber esto puede ayudar a que en el futuro nos planteemos las cosas de manera diferente, teniendo en cuenta que es preferible no señalar, u omitir, antes que cometer una falsa identificación, condenando a un inocente y dejando libre al verdadero culpable. Como seres humanos tenemos unas capacidades increíbles, pero conocer nuestras limitaciones, especialmente memorísticas, nos hace mejores y más fuertes.

Referencias bibliográficas

Diges, M. (2016). Testigos, sospechosos y recuerdos falsos: estudios de psicología forense. Madrid: Trotta.

ONG Innocence Project (2020) How Eyewitness Misidentification Can Send Innocent People to Prison. https://innocenceproject.org/how-eyewitness-misidentification-can-send-innocent-people-to-prison/


ONG Innocence Project (s.f.). Malcom Alexander. Time served: 38 years. Recuperado el 25 de marzo de 2022 de https://innocenceproject.org/cases/malcolm-alexander/

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